Anoche tuve un sueño. Los arboles estaban en otoño y sonreían aunque era de noche. Caminaba por una vereda que contaba mis pasos.
Los faroles murmuraban al pasar.
Cada vez que me quería sentar los arbustos ocupaban las bancas para no dejarme parar.
Las estrellas, susurraban el himno de un país que ya no existe. La luna solo iluminaba mi sendero.
Yo me reia del viento que trataba de frenar mi marcha. Mi socarrona sonrisa desperto a los vecinos de la calle, que con confusos gritos trataban de parar mi marcha.
Pero mis pies no iban a ceder tan fácil. El viento creyó haberme detenido, cuando tiró mi galera, yo sin detener mi marcha la levante, solo para encontrar en el fondo una nota que decía:
"Tus ambiciones forjan tu destino, te regalan los derechos,
pero cargan en tu espalda el doble de obligaciones."
Desde ese día no paro de caminar.
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